Al encuentro del Cofre. Arnulfo Durán

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¿Cómo fabricas tus sueños? ¿Qué haces para alcanzarlos? Ir más allá de las cumbres, tienes todo lo necesario…¿Qué esperas?

La montaña ha sido siempre símbolo del reto de la meta, de los sueños, de los temores, del miedo… acaso éste último es la emoción más común. El miedo instintivo siempre latente, siempre vital, es la fuerza motriz que impulsa al ser humano a superar sus propios límites. Los miedos cambian idas para bien o para mal.

¿Qué miedo te bloquea? ¿Eres capaz de superar el temblor, la duda, el lloriqueo?

Pues bien, en Perote se cuenta con la fortuna de tener uno de los espacios más bellos de la república: el Parque Nacional Cofre de Perote, volcán extinguido, situado en la Sierra Madre Oriental, con una altura de 4,282 msnm. Toda persona, en su mocedad, antes de iniciar su vida estudiantil o laboral debería calzarse las botas, ajustarse las mochilas y con apenas lo indispensable lanzarse a la aventura de enfrentarse a sí mismo, ir al encuentro de los orígenes de lo básico, al descubrimiento del sentido profundo de la naturaleza; cuatro, cinco días de diálogo interno, en silencio, absorbiendo toda esa cauda de energía, aprendiendo a sobrevivir, reconociendo tus capacidades.

Es lamentable que haya gente que nunca se ha dado la oportunidad de salir del tedio de la cotidianeidad, cuando la montaña se desborda en momentos mágicos… el rocío en las ramas del pino, el trino del jilguero, el olor a tierra mojada, el amanecer desde la peña, el vuelo del halcón, la nieve del invierno, el frío cortante, la llovizna en el rostro, las profundas laderas, las formaciones rocosas doradas al atardecer, el lecho de nubes, el Citlaltépetl al alcance de tu mano… pero sobre todo, la gran carga de energética que te inflama el espíritu y que te impulsa a seguir más allá de tus fuerzas; las mismas que te guiarán durante toda la vida, desde el peldaño más alto de tu profesión o desde el digno oficio que sustenta tu vida, porque estará basada en lo auténtico, lo verdadero, lo valioso, lo espiritual, que te liberará del mayor de los medios: el temor al fracaso.

Ama tu montaña, ama tu terruño…ponte en movimiento, sal a buscar las metas de tu vida…si no te mueves estás haciéndote daño, a ti y a los demás.